El revestimiento interno de la laringe se origina
a partir del endodermo, no obstante los cartílagos y los músculos derivan del
mesénquima del cuarto y el sexto arcos faríngeos. Como consecuencia de la
proliferación rápida de este mesénquima, el orificio laríngeo cambia su
aspecto, de ser una hendidura sagital a constituir una abertura en forma de T.
De manera subsecuente, cuando el mesénquima de los dos arcos se transforma en
los cartílagos tiroides, cricoides y aritenoides, puede reconocerse la
configuración característica del orificio laríngeo en el adulto.
Aproximadamente en el momento en que los
cartílagos se forman, el epitelio laríngeo también prolifera con rapidez, lo
que origina la oclusión temporal de su luz. Más tarde la vacuolización y la
recanalización dan origen a un par de huecos laterales, los ventrículos
laríngeos. Estos huecos están limitados por pliegues tisulares que se
convierten en las cuerdas vocales falsas y verdaderas. Debido a que la
musculatura de la laringe deriva del mesénquima del cuarto y sexto arcos
faríngeos, todos los músculos de la laringe son inervados por ramas del décimo
par craneal, el nervio vago. El nervio laríngeo superior inerva los derivados
del cuarto arco faríngeo, en tanto que el nervio laríngeo recurrente lo hace
con los derivados del sexto arco faríngeo.
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